Supo ser, en otros tiempos, señora impetuosa y distinguida.
Ataviada con joyas preciadas en todo el mundo, acostumbraba organizar fiestas célebres, vivas, jocosas.
Sus invitados, de alcurnia internacional, asistían con sus mejores galas, emperifollados de pies a cabeza.
Hoy la dama, entrada en años y bajo custodia de granujas, perdió su aristocracia.
Las afamadas verbenas ocurren con menor frecuencia.
Contertulios asisten con escasa fascinación y sus salones han resentido el desaseo y abandono.
Doña Copa Libertadores.
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